De los mares tempestuosos e inexpugnables
Se rescata la serenidad de la tierra.
Todo aquello a lo cual me aferré,
Esta noche se pierde entre la neblina.
A la deriva me encuentro, moribundo
Tragando más agua de la que debiese
Y viendo todo más oscuro de lo que está.
Cómo quisiera regresar a tus praderas,
Donde el horizonte se mostraba majestuoso
e infinito.
Se rescata la serenidad de la tierra.
Todo aquello a lo cual me aferré,
Esta noche se pierde entre la neblina.
A la deriva me encuentro, moribundo
Tragando más agua de la que debiese
Y viendo todo más oscuro de lo que está.
Cómo quisiera regresar a tus praderas,
Donde el horizonte se mostraba majestuoso
e infinito.
Impensada era su mortalidad.
El aire corría cuan libre gustase,
Las sonrisas se cosechaban día a día,
Y las flores dejaban de ser meros adornos.
Eran himnos de la más desbocada pasión.
Ahora, no obstante,
El aire corría cuan libre gustase,
Las sonrisas se cosechaban día a día,
Y las flores dejaban de ser meros adornos.
Eran himnos de la más desbocada pasión.
Ahora, no obstante,
las lágrimas errantes, se desvanecen
Alimentando así el mar al cual soy parte.
Moriré de cansancio, de desilusión.
Porque las rocas no me han sido suficiente amparo.
Desde lejos lo parecen,
Sólo hasta que su resbaladiza cubierta me deja ir.
Porque has dictado sentencia,
A la nada he sido dispuesto y condenado.
Pereceré porque he sido abandonado,
por aquel despiadado sosiego de la corriente.
Porque cuando creí estar sintiendo el rocío,
Fue el traicionero océano quien se hizo de mí.
Y lo que suponía como sus palabras,
No eran más que el impacto de sus olas,
Que, descarriladas, me han llevado
Al dolor de saber que todo
Ha llegado a su fin;
Si de la tierra he sido desterrado,
El mar interesado me cobija.
Hasta que la tierra, en su bondad,
Alimentando así el mar al cual soy parte.
Moriré de cansancio, de desilusión.
Porque las rocas no me han sido suficiente amparo.
Desde lejos lo parecen,
Sólo hasta que su resbaladiza cubierta me deja ir.
Porque has dictado sentencia,
A la nada he sido dispuesto y condenado.
Pereceré porque he sido abandonado,
por aquel despiadado sosiego de la corriente.
Porque cuando creí estar sintiendo el rocío,
Fue el traicionero océano quien se hizo de mí.
Y lo que suponía como sus palabras,
No eran más que el impacto de sus olas,
Que, descarriladas, me han llevado
Al dolor de saber que todo
Ha llegado a su fin;
Si de la tierra he sido desterrado,
El mar interesado me cobija.
Hasta que la tierra, en su bondad,
Se digne a devolverme una mano.
.
1 comentario:
Leve sentimiento de abandono
lograste tu objetivo.
ines lost
Publicar un comentario